sábado, 3 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN UN BUS . NOVELA CORTA ( V )

--¡Xeby, te pierdes por ésas, no lo puedes remediar!
  --¡Que no, Paco, que mi corazón no se inmuta, que son las hormonas las que se me alteran!, mira aquélla del vaquero ajustado y el jersey azul marino, qué piernas y qué sonrisa tiene. ¿Cómo se llamará?
  --¡Pregúntale!
  Eusebio no se atreve, un rubor le sube hasta las mejillas que se le encienden como velas rojas, y se sienta en un asiento frente al conductor y a mí. Toni se vuelve en cada parada para mirar detrás de él, sin poder quitar la vista de aquellas chicas, que, un tanto cansadas y no menos tristes, se dicen entre ellas que si no les dan los papeles de asilo, lo tendrán muy difícil para residir en nuestro país.
  --Yo soy capaz de irme otra vez a Veracruz si no encuentro un trabajo estable, llevaos ya aquí más de dos meses y no tenemos donde vivir dignamente.
  --¡Ay, Auxy, no empecemos!, estábamos mucho peor cuando salimos de Veracruz –le dice otra de las chicas, a la que Toni no desperdicia oportunidad de sonreír-. Mira, ya encontraremos algo, y si no, publicaré todos mis libros en algún centro editorial a ver si alguno tuviera buena acogida aquí y tenemos unos recursos que nos permitan vivir un tiempo más.
  --¡Qué ilusa eres, Irma!, no sé cómo no te convences de que en la vida nadie regala nada. Sé que tus libros son muy buenos, muy valiosos, pero, ¿quién te dará una carta de presentación para una editorial?
  --De modo que ésta se llama Irma y la otra Auxy, -dice Toni a los otros dos- bueno, pues la tal Irma..., ¡está muy bien de presencia, la verdad!
--La otra no está mal tampoco -le dice Paco, que a su vez, ha vuelto los ojos hacia Irma también aunque trata de disimular que le impacta más que Auxiliadora.
  --¿Y las otras dos, cómo se llamarán? –pregunta paco, dándole un codazo a Eusebio y haciéndole volverse a mirar a dos chicas más que parecen dormitar en sus asientos.
  --¡Oigan, señoritas, -grita Eusebio, volviéndose hacia ellas- aquí este  caballero quiere saber sus nombres, ¿pueden decírselos, por favor?
  La más joven le dedica una sonrisa a Paco que va de oreja a oreja, y, tímidamente, responde:
  --Yo me llamo Ana Nelys, y mi amiga es Cristina. Ésta es Solecito, su hija.
  Un angelito de unos cinco años de edad, asoma por debajo del asiento del bus que ocupa su madre. Tiene el cabello, de un  color  casi negro y muy brillante.
 La piel muy blanca y con muchas pequitas unos ojos  negros y grandes pestañas. Madre e hija no pueden ser más parecidas físicamente.
Paco pone cara de gran desilusión y por lo bajini le comenta a su amigo:
  --¡Vaya, tiene una hija!

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