lunes, 4 de marzo de 2019

“A través de la escritura muestro mi alma” (Artículo de LAS NOTICIAS DE CUENCA"

La autora sordociega María Jesús Cañamares, vecina de Jábaga, publica su primer libro 'Relatos y punto' en cuyo título ha querido rendir homenaje al sistema Braille.

3/3/2019 · Dolo Cambronero
Es ciega de nacimiento y a los once años, se quedó también sorda. Pero eso no ha sido impedimento para que María Jesús Cañamares Muñoz (Jábaga, Cuenca, 1963) se haya animado a lanzar su primer libro, Relatos y punto, a través del Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cuenca. La obra, que verá probablemente la luz en primavera, recoge 22 historias en las que incluye experiencias personales y también reivindicaciones.
La autora nos cuenta que su vida ha mejorado de forma considerable desde que hace cuatro años comenzara su proceso de implantación coclear: “Ahora escucho sonidos que con audífonos era imposible percibir, por ejemplo, el canto de los pájaros, el arroyo... Estoy muy contenta”.
¿De qué habla en su libro?
El libro recoge experiencias personales, tales como el manejo del ordenador, que es mi fuente de información, y al que se une la línea Braille para leerme en ese sistema todo lo que va saliendo en la pantalla. En Crónicas de una computadora cuento lo que esos aparatos me dan, las incidencias... También lo que el sistema Braille supone en mi vida, pues sin él no podría vivir. Además, recoge historias tradicionales, por ejemplo, cómo era la Navidad hace 40 años: mucho más familiar y hogareña y menos consumista. Hay también relatos sobre cómo las personas y animales con alguna minusvalía nos valemos de todos los recursos a nuestro alcance para defendernos en la vida y tratar de que no nos crean absolutamente inútiles. También hay relatos solidarios como El abuelo adoptado. Y otros, de temática más actual, como la violencia.
¿Cómo surgió la idea?
Tenía los relatos por ahí sueltos y un día me dije: ‘Voy a hacer un libro con los que más me gusten y trato de editarlo, y si no puedo, pues me quedo como estoy’. Pregunté a un pariente que me ayuda a administrar un blog si llevaría mucho tiempo juntar todo eso y formar el libro. Su disposición fue inmediata, así que se los iba mandando y él formó el volumen. Pensé en ofrecérselo a alguna editorial, pero leyendo opiniones de otros escritores, ví más negativas que positivas: la infinidad de condiciones que algunas ponen y la carestía del proyecto. También me daba que pensar la poca afición a la lectura que hay y dudaba de la acogida de mi libro. Sabía que Diputación había ayudado a otras personas a sacar proyectos adelante. Y me planteé escribir al presidente para preguntar si yo podría recibir esa ayuda.
¿Cómo ha sido esa colaboración?
¡Genial! Nos hemos compenetrado a la perfección. Me dirigí directamente a Benjamín Prieto y me mostró su deseo de concertar una entrevista. Nos conocimos el 12 de febrero. Fui acompañada de mi guía-intérprete por si no oía bien y necesitaba que me tradujera ella. Pidieron que les mostrase el libro que yo llevaba guardado en un disco. Mostraron un interés enorme, pues yo era la primera y única sordociega que conocían. Pasaron un buen rato ojeando el libro e intercambiando impresiones que la intérprete me iba escribiendo en la palma de la mano para tenerme informada, aunque el presidente me trató como si siempre hubiese trabajado con sordociegos, hablando pausado y muy claro para hacerse entender, algo que jamás me ha sucedido con ningún responsable político ni institucional. Cuando hubieron hablado entre ellos, Benjamín me comunicó que se quedaban con el libro y con la intención de publicarlo… ¡Me dejó sin palabras!
¿Con qué apoyos cuenta en su vida?
Los apoyos materiales son adaptaciones para todo. Si yo no tuviera la línea Braille y un programa que se llama Jaws y que es el encargado de sacar desde el ordenador al display de la línea todo lo que sale en pantalla, no podría manejarlo de ninguna manera. Lo mismo me ocurre con el Iphone. Otros apoyos materiales son los implantes cocleares, que me permiten escuchar; sin ellos, yo sería totalmente sorda. También tengo juegos adaptados, como parchís y barajas marcadas en Braille; y relojes.
Los apoyos humanos serían mediadores, guías-intérpretes, incluso, un amigo o familiar dispuesto a darme su brazo y guiarme donde tenga que ir. Si yo quisiera hacer el camino de Santiago, sola no podría, pero con alguien que me prestara sus ojos y sus oídos, podría hacerlo igual que cualquiera.
¿Desde cuándo lleva escribiendo? ¿Qué significa para usted?
Desde que adquirí mi primer ordenador portátil, hará unos 18 años. Algunos de los relatos tienen ya esa edad. Es mi segunda afición, mi medio de expansión y ocio. Ahora que mis sobrinos y primos han crecido y no me piden cuentos inventados, se los cuento al ordenador, me desahogo, y a la vez, muestro mi alma, mis sentimientos. A través de la escritura me conoce mucha gente a la que de otro modo no habría llegado.
¿Cómo es el proceso técnico para escribir? ¿Necesita la ayuda de alguien?
Para escribir, nadie me tiene que ayudar. Lo hago tecleando en mi ordenador, en mi línea Braille, o si se trata de escribir algo en sistema Braille, lo hago con una máquina llamada Perkins. Otra cosa es adecentar un documento; ahí sí necesito la ayuda de una persona que vea, porque por más que yo utilice las opciones de Word, no estoy segura de si el documento está bien alineado o va cada línea como se le antoja al programa. Así que si es algo importante, recurro a Javier Rodríguez, que es el primer maquetador de mi libro, o a alguno de mis sobrinos.
¿Se presta suficiente atención al colectivo sordociego?
Nunca es suficiente. Mi colectivo es uno de los que más necesidades tiene y necesita más recursos para cubrirlas. A veces, los políticos no saben qué necesitamos, sobre todo en ciudades como Cuenca, donde nunca ‘sonamos’. Poco se habla de los sordos y de sordociegos, nada. Tenemos que ser nosotros muchas veces los que pidamos, los que llamemos a las puertas. El no ya lo tenemos, pero a veces suena la flauta por casualidad, como ha sido ahora mi caso.

Las manos que todo lo leen (Artículo de ABC)

María Jesús Cañamares es una conquense sordociega de 56 años que acaba de publicar su primer libro, «Relatos y punto»

Mariano Cebrián.

María Jesús en la entrada de Jábaga

«¡Camina o revienta!» Este lema, aparte de ser el título que hizo famoso al actor Imanol Arias por su papel en «El Lute», es la frase que da fuerzas a María Jesús Cañamares (Jábaga, Cuenca, 1962). La explicación es bien clara: la gran pasión de esta vecina de un pequeño pueblo de unos 500 habitantes es caminar y salir al campo agarrada del brazo de algún familiar o amigo. Nada más comer, se calza su buen par de botas o zapatillas y recorre las calles y caminos de este municipio de la Serranía Media conquense. «Me encanta disfrutar de la naturaleza, escuchar a través de mis aparatos auditivos los pajarillos cantando, el ruido de los riachuelos y el olor del campo», expresa emocionada.

Una emoción y una pasión que esta mujer de 56 años transmite al hablar. Lo hace con una seguridad pasmosa, a pesar de su discapacidad. María Jesús es ciega de nacimiento y, aunque nació oyendo, perdió también el sentido del oído a los once años. Se quedó sorda a esa edad debido a que en el colegio de monjas en el que estaba interna en Valencia le dieron unos antibióticos para curar una gripe. Este tratamiento dañó su nervio auditivo y fue perdiendo audición poco a poco.

Delante del ordenador con su línea braille
Desde entonces se vio obligada a utilizar audífono y se ha tenido que desenvolver como ha podido, hasta que hace cuatro años le instalaron un implante coclear en el oído izquierdo y, dos años después, en el derecho. El primero fue todo un éxito y escucha bastante bien por él, pero con el segundo no le ha ido tan bien y le está costando más, según cuenta.
María Jesús lleva una vida relativamente normal, dentro de sus capacidades, e incluso ejerce de ama de casa. Vive en Jábaga en casa de sus padres, ambos octogenarios, y, a pesar de sus limitaciones, se declara muy inquieta y dice que siempre tiene ganas de aprender y enterarse de lo que pasa a su alrededor y en el mundo.

De ahí que otra de sus aficiones sea sentarse en frente del ordenador para navegar por internet a leer prensa e informarse de los concursos literarios en los que participa. La escritura es, precisamente, otra de las grandes aficiones de María Jesús, que ahora ha visto cumplido uno de sus sueños: publicar su primer libro, «Relatos y punto».

Es por la noche cuando María Jesús se lanza a la lectura de algún libro, en su gran mayoría de los grandes escritores de la historia de la literatura universal y española, que son los que están traducidos al lenguaje Braille. Con sus dedos va recorriendo los puntos que forman las letras, las palabras y oraciones de este sistema de lectura y escritura táctil que ideó para las personas ciegas a mediados del siglo XIX el pedagogo francés Louis Braille, que se quedó ciego debido a un accidente siendo un niño.

Por ello, la autora de «Relatos y punto» ha querido hacer un homenaje al sistema Braille, algo que ya lleva implícito el título de su primera obra publicada. A lo largo de los 22 relatos que conforman este libro hay muchos cuentos, pero en algunas de sus historias hay experiencias vitales donde cuenta su día a día o lo que ha descubierto con este lenguaje para ciegos. María Jesús aprendió este lenguaje en el colegio de Valencia en el que estudió. «Mi primer contacto con el Braille fue muy difícil, ya que se hace raro ir leyendo tocando puntos, pero gracias a que el sentido del tacto se desarrolló, al faltarme la vista y el oído, todo comenzó a fluir poco a poco», relata.

En uno de esos relatos, titulado «Crónicas de una computadora», habla de sus vivencias con su primer ordenador portátil que tuvo durante años y que le permitió conocer nuevos mundos. «La escritura y la literatura me abren ventanas al mundo, ya que, a través de mi faceta literaria, puedo conocer a mucha gente y ellos a mí. Yo no soy literata, no soy María Dueñas, pero a través de mi obra los lectores pueden acercarse a mí, conocer mi forma de ser», confiesa.
Pero, más allá de la escritora nacida en Puertollano, autora de «El tiempo entre costuras», María Jesús tiene un referente literario en Antonio Machado -del que se cumple este año el 80 aniversario de su muerte-; poeta español que, a su juicio, «reflejó en sus poemas el mundo rural como nadie». De hecho, sus principales lecturas son de autores clásicos de la literatura española, como Machado y Juan Ramón Jiménez, ya que las obras de la literatura contemporánea son más difícil de encontrar en Braille.

Premios literarios

La afición por la literatura le llegó de manera natural, ya que cuando sus sobrinos y sus primos eran pequeños le pedían que les contara cuentos e historias. «Pero no cuentos clásicos, sino que tenían que ser cuentos inventados», recalca María Jesús, quien se sentaba delante de ellos y empezaba a relatarles «tonterías», como ella les llamaba. «Ahora, como ningún niño me demanda cuentos, los plasmo en el ordenador». De hecho, antes de «Relatos y punto», esta escritora conquense cuenta en su haber con varios relatos galardonados por el Consejo Territorial de la ONCE de Castilla-La Mancha y, sobre todo, el premio del Concurso Europeo de Redacción sobre Braille conseguido en 2012.
Ya tiene entre sus manos su primer libro, aunque no ha sido nada fácil. Al principio, según cuenta, se puso en contacto con varias editoriales para informarse de las posibilidades de publicarlo. «Se quitan las ganas porque es carísimo y te piden una serie de condiciones que no puedes cumplir». Pero, leyendo en internet que la Diputación de Cuenca tiene su propia editorial y ayuda a mucha gente con sus publicaciones, se puso en contacto con el mismísimo presidente de esta institución, Benjamín Prieto. ¿Y por qué no? Esta es la pregunta que se hicieron ambos.

Esta conquense sordociega de 56 años pide más ayudas a las administraciones públicas, a las que se dirige en nombre de colectivos de personas con discapacidad como el suyo para que se les valore «más por sus capacidades que por sus discapacidades». Dentro de sus limitaciones, quiere que su caso sirva de ejemplo para otras personas en su misma situación y, por eso, afirma contundente: «El hecho de ser sordociega no quiere decir que estés recluida en tu casa, sino que te tienes que echar a la calle y descubrir cosas nuevas».