martes, 26 de marzo de 2013

MIÉRCOLES SANTO, PROCESIÓN DEL SILENCIO

27 de Marzo

Se inicia este desfile procesional desde la Iglesia Parroquial de San Esteban, a las 19,00 h.

Noche de silencio, noche de capuces blancos.




"Mirad hermanos el paso de Cristo en el primer día de Ácimos Pascual, que escucharéis, con la tristeza en el rostro de Juan, y la tribulación de Mateo, de Marcos, de Felipe o Bartolomé o de cualquiera de los discípulos, la sentencia del Señor: "¡Ay del hombre por quien el Hijo del Hombre será entregado...! Más le valiera no haber nacido... !"

Pasión blanca de Cuenca en el "paso" de la Santa Cena, donde estos discípulos conquenses -nuestros setenta banceros- sudorosos con el hombro escarnecido por el peso, protagonizarán el sacrificio, el esfuerzo y la tremenda carga de emoción. Llevan a cuestas lo más preciado del creyente. Llevan ... ¡La Sagrada Eucaristía ... !"
Rafael Pérez Rodríguez. Pregón de 1986.


Entonces llegó Jesús con 
ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. 
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega. 

San Mateo (26,36-46)


"Nada hay más triste para la persona que el verse burlada en su sentimiento : es como si a uno le pisotearan lo más querido e intocable , su propia identidad , su propio espíritu .
Jesús manifiesta esa tristeza cuando al recibir el beso exclama con infinita amargura :"
“¡Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre !”  (Lucas 22,48)
Juan Antonio Vives Aguilella (Hermandad Prendimiento de Jesús de Torrent,2001)

Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? 

San Juan (18,10-11)

Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No lo soy.
Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo. 

San Juan (18,25-27)

"¡Cristo atado, despojado de sus vestiduras ante Anás ...! ¡Cristo, el Mesías, que acusan de haber blasfemado y debe ser reo de muerte ...!
Las ramas de azufaito han convertido en coronas de espinas al Santísimo Ecce-Homo de San Miguel, orgullo de nuestras gentes de la Cuenca antigua, de esos rincones queridos de la vieja Cuenca, cargados de historia, de judíos moros y cristianos ...
Cristo ante Anás, inmensa llaga en su espada lacerada y doliente. Cuenca asumirá el sufrimiento mediante la fe hacia ese Cristo, rictus de perdón y misericordia, escupido y maltratado ...
El silencio por Carretería es tenso viendo pasar al Nazareno, incomprendido por la barbarie, indefenso y afligido ...
Las lágrimas están a flor de piel en los conquenses, conscientes de la traición tramada en casa de Caifás ..."
Rafael Pérez Rodríguez. Pregón de 1986.

"En silencio, en al quietud de la noche, sin apenas gente, como si no quisieran, como si no quisieran, ¡que se yo!, el que María y Juan notaran el paso del tiempo. Disfrutando los banceros sin que el hombro apenas sientan.
En el barandal, frente al Salvador espero. En penumbra, sin rudos. Sólo el centelleo de las tulipas y el golpear de las horquillas me anuncian que la Virgen y San Juan se acercan. Y aunque el refrío de la noche te acaricie, tú sentirás el interior ardiendo. Muy cerca, te hablarán las imágenes."
Luis Enrique Buendía González. Pregón de 2001.

Enlace artículo del Miércoles Santo 2012











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