miércoles, 10 de febrero de 2016

La Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna celebra este viernes su cita más emblemática de la Cuaresma: el Vía Crucis por el barrio de San Antón con su Imagen Titular


El Vía Crucis, que cumple este año su 19ª edición, se iniciará con la celebración de una Misa en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Luz a las 19:15 horas oficiada por el obispo de la Diócesis, Monseñor José Mª Yanguas que, como es habitual, volverá a acompañar a la Hermandad en esta importante cita. Además, y por segundo año consecutivo, participará en la ceremonia la Escolanía de Ntra. Sra. de la Soledad de San Agustín, que finalizará su escogido repertorio con el Miserere de voces blancas que ya se pudo escuchar el año pasado, precisamente en este mismo acto, después de más de 40 años sin hacerlo en nuestra ciudad. 


Al finalizar la Misa, a las 20 horas, se iniciará el Vía Crucis con la talla del “Amarrao” sin el sayón que le azota cada Jueves Santo. La Imagen irá parando a lo largo del recorrido en catorce puntos para reflexionar sobre las diferentes estaciones que lo conforman. De su lectura se encargarán los propios fieles que, cada año en mayor número, acompañan el discurrir del cortejo con sus velas encendidas y rezando tras la Imagen.

La Hermandad, que este año ha elegido al fotógrafo Julio Palencia para confeccionar el cartel anunciador del acto, se ha encontrado con una dificultad añadida a la hora de prepararlo: las obras de mejora que se han venido realizando en los últimos meses en el Barrio de San Antón y que, en principio, podrían estar finalizadas justo a tiempo para el Vía Crucis. Es de esperar por tanto, si no surgen contratiempos de última hora, que éste se desarrolle por el recorrido habitual. No obstante, desde la Hermandad se tiene previsto un recorrido alternativo por si fuese finalmente necesario.

Sea como fuere, los que se acerquen el viernes por el Barrio de San Antón volverán a disfrutar del ambiente íntimo que rodea a este Vía Crucis; del silencio, solo roto por el golpear de las horquillas contra el pavimento, del olor a incienso, del fervor y la fe de las personas mayores que se asoman por sus ventanas al paso del cortejo… en definitiva, del esperado caminar del “Amarrao” por las estrechas y empinadas callejuelas que conforman este peculiar barrio de nuestra ciudad.

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