Por María Jesús Cañamares
Antes que nada, dejo aquí un libro muy
interesante de donde yo les he aportado a los lectores mucha información, pero
todavía pueden obtener mucha más a través de él. Está hecho por grandes
profesionales de la ONCE
en materia de sordoceguera y puede ser de interés para futuros profesores,
trabajadores sociales o sanitarios.
Los datos son:
La sordoceguera : un análisis
multidisciplinar
ÁLVAREZ REYES , Daniel ; GÓMEZ VIÑAS , Pilar coord. ; ROMERO REY , Eugenio
coord.
Colección: SS estudios. Edit. Organización Nacional de Ciegos Españoles. 2004.
http://www.once.es/otros/sordoceguera/HTML/indice.htm
¡Cómo afectó la sordoceguera en
mi vida y mi familia!
Si el tener a nuestro primer hijo con una minusvalía como la ceguera ya es
traumático para muchos padres, imagine el lector lo que supone que ese hijo
adquiera además otra minusvalía: la sordera.
Son dos sentidos importantísimos los que
faltan. Los padres creen que ya no queda nada, que todo está perdido, que su
hijo se verá condenado a morir de inanición. YO SOY LA PRIMOGÉNITA EN UN
MATRIMONIO QUE VEÍA TODAS SUS ILUSONES PUESTAS EN UNA HIJA. Nací ciega total
por causas desconocidas, yo diría más bien, que por capricho de la Naturaleza , pues nací
sin el globo ocular. Me sometieron a mí y a mis padres a muchas pruebas y reconocimientos
pero no hubo explicación al porqué de esta anomalía.
El golpe fue durísimo, no había ninguna otra
persona en el pueblo con esta discapacidad y para mis padres, sobretodo para mi
madre, fe motivo de una gran depresión que nunca ha superado. Me crié entre
Jábaga –pueblo natal de toda la familia- y santo Domingo de Moya, pueblo donde
mi padre ejerció sus servicios como agente forestal durante más de 14 años.
Estudié en 2 colegios para ciegos: uno en Valencia, donde por sobredosis de
medicamentos quedé sorda parcial, y otro de la ONCE e Alicante.
Como en aquella época no había
profesionales para ayudarnos, sólo la constancia y dedicación plena de mis
profesores lograron que pudiera seguir estudiando como los demás compañeros
aunque con mucha más dificultad. A los 18 años, edad reglamentaria para
abandonar los colegios de la ONCE ,
salí de él sin haber logrado el título de GRADUADO ESCOLAR.
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