lunes, 4 de marzo de 2019

Las manos que todo lo leen (Artículo de ABC)

María Jesús Cañamares es una conquense sordociega de 56 años que acaba de publicar su primer libro, «Relatos y punto»

Mariano Cebrián.

María Jesús en la entrada de Jábaga

«¡Camina o revienta!» Este lema, aparte de ser el título que hizo famoso al actor Imanol Arias por su papel en «El Lute», es la frase que da fuerzas a María Jesús Cañamares (Jábaga, Cuenca, 1962). La explicación es bien clara: la gran pasión de esta vecina de un pequeño pueblo de unos 500 habitantes es caminar y salir al campo agarrada del brazo de algún familiar o amigo. Nada más comer, se calza su buen par de botas o zapatillas y recorre las calles y caminos de este municipio de la Serranía Media conquense. «Me encanta disfrutar de la naturaleza, escuchar a través de mis aparatos auditivos los pajarillos cantando, el ruido de los riachuelos y el olor del campo», expresa emocionada.

Una emoción y una pasión que esta mujer de 56 años transmite al hablar. Lo hace con una seguridad pasmosa, a pesar de su discapacidad. María Jesús es ciega de nacimiento y, aunque nació oyendo, perdió también el sentido del oído a los once años. Se quedó sorda a esa edad debido a que en el colegio de monjas en el que estaba interna en Valencia le dieron unos antibióticos para curar una gripe. Este tratamiento dañó su nervio auditivo y fue perdiendo audición poco a poco.

Delante del ordenador con su línea braille
Desde entonces se vio obligada a utilizar audífono y se ha tenido que desenvolver como ha podido, hasta que hace cuatro años le instalaron un implante coclear en el oído izquierdo y, dos años después, en el derecho. El primero fue todo un éxito y escucha bastante bien por él, pero con el segundo no le ha ido tan bien y le está costando más, según cuenta.
María Jesús lleva una vida relativamente normal, dentro de sus capacidades, e incluso ejerce de ama de casa. Vive en Jábaga en casa de sus padres, ambos octogenarios, y, a pesar de sus limitaciones, se declara muy inquieta y dice que siempre tiene ganas de aprender y enterarse de lo que pasa a su alrededor y en el mundo.

De ahí que otra de sus aficiones sea sentarse en frente del ordenador para navegar por internet a leer prensa e informarse de los concursos literarios en los que participa. La escritura es, precisamente, otra de las grandes aficiones de María Jesús, que ahora ha visto cumplido uno de sus sueños: publicar su primer libro, «Relatos y punto».

Es por la noche cuando María Jesús se lanza a la lectura de algún libro, en su gran mayoría de los grandes escritores de la historia de la literatura universal y española, que son los que están traducidos al lenguaje Braille. Con sus dedos va recorriendo los puntos que forman las letras, las palabras y oraciones de este sistema de lectura y escritura táctil que ideó para las personas ciegas a mediados del siglo XIX el pedagogo francés Louis Braille, que se quedó ciego debido a un accidente siendo un niño.

Por ello, la autora de «Relatos y punto» ha querido hacer un homenaje al sistema Braille, algo que ya lleva implícito el título de su primera obra publicada. A lo largo de los 22 relatos que conforman este libro hay muchos cuentos, pero en algunas de sus historias hay experiencias vitales donde cuenta su día a día o lo que ha descubierto con este lenguaje para ciegos. María Jesús aprendió este lenguaje en el colegio de Valencia en el que estudió. «Mi primer contacto con el Braille fue muy difícil, ya que se hace raro ir leyendo tocando puntos, pero gracias a que el sentido del tacto se desarrolló, al faltarme la vista y el oído, todo comenzó a fluir poco a poco», relata.

En uno de esos relatos, titulado «Crónicas de una computadora», habla de sus vivencias con su primer ordenador portátil que tuvo durante años y que le permitió conocer nuevos mundos. «La escritura y la literatura me abren ventanas al mundo, ya que, a través de mi faceta literaria, puedo conocer a mucha gente y ellos a mí. Yo no soy literata, no soy María Dueñas, pero a través de mi obra los lectores pueden acercarse a mí, conocer mi forma de ser», confiesa.
Pero, más allá de la escritora nacida en Puertollano, autora de «El tiempo entre costuras», María Jesús tiene un referente literario en Antonio Machado -del que se cumple este año el 80 aniversario de su muerte-; poeta español que, a su juicio, «reflejó en sus poemas el mundo rural como nadie». De hecho, sus principales lecturas son de autores clásicos de la literatura española, como Machado y Juan Ramón Jiménez, ya que las obras de la literatura contemporánea son más difícil de encontrar en Braille.

Premios literarios

La afición por la literatura le llegó de manera natural, ya que cuando sus sobrinos y sus primos eran pequeños le pedían que les contara cuentos e historias. «Pero no cuentos clásicos, sino que tenían que ser cuentos inventados», recalca María Jesús, quien se sentaba delante de ellos y empezaba a relatarles «tonterías», como ella les llamaba. «Ahora, como ningún niño me demanda cuentos, los plasmo en el ordenador». De hecho, antes de «Relatos y punto», esta escritora conquense cuenta en su haber con varios relatos galardonados por el Consejo Territorial de la ONCE de Castilla-La Mancha y, sobre todo, el premio del Concurso Europeo de Redacción sobre Braille conseguido en 2012.
Ya tiene entre sus manos su primer libro, aunque no ha sido nada fácil. Al principio, según cuenta, se puso en contacto con varias editoriales para informarse de las posibilidades de publicarlo. «Se quitan las ganas porque es carísimo y te piden una serie de condiciones que no puedes cumplir». Pero, leyendo en internet que la Diputación de Cuenca tiene su propia editorial y ayuda a mucha gente con sus publicaciones, se puso en contacto con el mismísimo presidente de esta institución, Benjamín Prieto. ¿Y por qué no? Esta es la pregunta que se hicieron ambos.

Esta conquense sordociega de 56 años pide más ayudas a las administraciones públicas, a las que se dirige en nombre de colectivos de personas con discapacidad como el suyo para que se les valore «más por sus capacidades que por sus discapacidades». Dentro de sus limitaciones, quiere que su caso sirva de ejemplo para otras personas en su misma situación y, por eso, afirma contundente: «El hecho de ser sordociega no quiere decir que estés recluida en tu casa, sino que te tienes que echar a la calle y descubrir cosas nuevas».

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