viernes, 1 de septiembre de 2017

VUELTA AL MUNDO DE LOS SONIDOS: SEGUNDA PARTE.

Hoy 20 de Agosto y al resguardo de estos calores excesivos que nos acompañan todo el verano, me dispongo a despejar la incógnita que dejé en el reportaje anterior: LLEGÓ EL GRAN DÍA Y SE ME IMPLANTÓ EL COCLEAR EN EL OÍDO DERECHO! Se cumplió mi sueño.


El 6 de Abril de este año, yo acudí a la consulta del doctor Polo a una más de las revisiones que conllevaba la primera intervención. Me acompañaba Rosa Tejado, una de las mejores guías-intérpretes con que cuenta ASOCIDE. También tenía que verme Auxi, la logopeda. En las pruebas que ella me hizo las dos nos desplomamos al notar cómo el implante del oído izquierdo había ganado todo el terreno al audífono del derecho. Ella, discretamente, me dejó caer una frase que me puso en alerta: ¿No querías implantarte del derecho? Yo no supe qué decir y ella, siguiendo con su diplomacia me dijo que el doctor me diría…. ¡Y vaya si me dijo! Al otorrino Polo le gustan las sorpresas, no sé si tanto darlas como recibirlas, el caso es que nada más entrar a su consulta me preguntó si quería operarme del derecho. YO no pensaba que iba a ser tan rápido ni tan fácil y me pilló totalmente en blanco como así se lo dije, pero este hombre es la fuerza  y el ánimo personificados. Entre él y la intérprete que no dejaba de tirarme de la mano para que decidiera, me plantaron el papel de consentimiento delante y casi sin respirar firmé. Lo que más me preocupaba en esta ocasión era que no había contado con mi familia y mi hermana era la que tenía ahí la peor parte porque fue ella quien se comió las dos intervenciones mías. NO quería fastidiarles las vacaciones, pensaba que igual no les apetecía que se hiciera tan pronto… Pero mi sorpresa fue cuando al comunicárselo a todos aplaudieron la idea y aún me animaron más. Rosa y mi hermana me acompañaron al preoperatorio. Y el día 4 de Julio se llevó a cabo la intervención sobre las ocho y
media de la mañana. Eché de menos a mis padres, que por su avanzada edad y circunstancias de salud no podían acompañarme, aunque gracias a las nuevas tecnologías siguieron todo el proceso con la ayuda del gran Óscar, hijo de una de mis primas que les enseñaba las fotos enviadas por mi hermana a través del whatsap. ¡Gracias, Óscar, lo hiciste estupendo!

Esta vez ha sido algo diferente, matices que quizá para los lectores no tengan importancia pero se han dado: Primero, el corte o rasurado del cabello fue mayor y a mí me desagradó mucho ver tanto trozo pelado. Ya casi no se nota pero en principio no me gustaba. Luego al tenerme que quitar el implante izquierdo para poder ponerme el apósito, pasé un día incomunicada totalmente, algo que me aterra de verdad ya que me sumo en la más completa noche al no ver nada ni oir. MI hermana debió aburrirse de lo lindo todo el día sin hablar con nadie porque conmigo hablaba lo justo con el dactilológico, pero solo lo justo, primero porque yo no tenía gana de hablar, contrariamente a lo que me pasó la
vez anterior que estaba perfectamente. Y segundo porque a ella se le hace muy pesado emplear el dactilológico, pues por la falta de práctica no coge agilidad en los dedos.
La habitación también era algo distinta, esta vez no hubo sofá, sino un sillón normal donde ella tuvo que pasar la noche sin apenas poder descansar. Eso sí: un silencio, una tranquilidad, una limpieza que daba gusto.

La intervención y reanimación también duró más que la primera, algo así como cinco horas; ¿la razón? El doctor Polo dice con ironía que fue porque yo no quería despertarme y la reanimación costaba un poco. Lo cierto es que tuve muy pocos dolores pero también los mareos o vértigos fueron más fuertes y duraderos que la otra vez.

La visita de nuestra prima Ana Belén y de Víctor, su marido, nos alegraron un poco ese día aburrido y mi prima –que sí tiene mucha agilidad con el dactilológico- hablaba conmigo aunque yo no acababa de espabilarme. NO tuve problema alguno con la anestesia, no, eso era un sueño tonto, parecía que tuviera retraso o falta de sueño porque en los días sucesivos también pasaba mucho tiempo durmiendo. Al día siguiente de la intervención se me dio el alta. Y a los diez días me quitaron los 17 puntos que me habían dado, sin un solo dolor y ya casi sin mareos. Los doctores se asombraron de lo bien que me estaba cicatrizando la herida y todos estábamos muy contentos de haber tomado la decisión.

El 4 de este mes me conectaron el aparato externo al interno y la sensación no fue tan placentera como la vez anterior, no puedo decir porqué, pero la voz de Auxi que fue la primera que oí no me gustó nada. Entiendo a algunas personas, sí, pero algo más me está costando que la primera vez. Ahora estoy en periodo de adaptación, ella me lo tiene que ir regulando y todos esperamos con ilusión sacarle todavía más provecho que al primero ya que mi pérdida auditiva por el lado derecho es menor y la memoria más reciente.

  NO puedo, no quiero terminar este relato sin dar las gracias más sinceras a todo el equipo médico que ha hecho posible estos dos milagros: desde los doctores (los mismos que la vez anterior), pasando por la logopeda, hasta enfermeras/os de quirófano y de planta que se han portado maravillosamente.

Pero también y sobre todo, gracias a ti, hermana, por estar ahí, por pasar malos ratos conmigo, por la paciencia que has tenido de no dejarme sola un momento.

Gracias a mi cuñado Alejandro, y a mis dos tesoros más preciados: mis sobrinos SANDRA Y ÁLVARO que habéis hecho de enfermeros, de logopedas, y me habéis animado en todo momento para decidir qué hacer con mi audición. En estos casos, no solo la intervención y la logopedia son fundamentales para sacar el máximo provecho al implante; la familia, el entorno es algo crucial ya que si ellos no nos hablan ni tienen paciencia para soportar esta situación de tenernos que repetir las cosas constantemente, el implante no vale la pena.

Gracias también a Rosa Tejado, guía-intérprete, compañera de caminos y amiga. Por su fuerza y constancia para todo lo que me ha hecho falta.

Gracias a Nadia y al doctor Alfonso Denia por su paciencia y apoyo, por sus consejos acertados que aunque en su día desdeñé ahora agradezco profundamente porque espero con ilusión llegar a oir y entender al menos al ochenta por cien como con el izquierdo, y si puede ser, algo más.


Esta ha sido la crónica del milagro. La vuelta al mundo de los sonidos que ahora es todavía más real.

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