María Jesús Cañamares vive en su pueblo, Jábaga, con su madre. Allí da paseos, lee, escribe, escucha la radio y continúa su aprendizaje, algo que ha marcado su vida de superación.
Nos sumamos a ese paseo por la calle de San Roque, muy cerca
de su domicilio, “que llega hasta el colegio de los niños y el camino de
Chillarón”, dice Carmen, y charlamos con ellas sobre la vida de superación de
María Jesús, nacida ciega en este pueblecito.
“Mi madre lo ha supuesto todo para mí, ha sido bastante protectora, no ha querido separarse de mí y cuando me llevaron al primer colegio con 9 años, a las dos nos costó mucho la separación”, cuenca María Jesús. “Ahora es mi compañía, mi guía, mi protectora. Es mi madre”.
Sordociega
Además de ser ciega de nacimiento, a María Jesús, a los 11
años, cuando ya estudiaba en un centro especial para niñas invidentes que
gestionaban las monjas Franciscanas en Valencia, un fallido tratamiento con
antibióticos para una gripe dañó su nervio auditivo y la dejó sorda. Desde
entonces su vida ha sido una constante superación. La vista no la ha
recuperado, pero el oído sí, gracias a los audífonos primero y a los implantes
cocleares ahora.
“Es algo que no podré olvidar. Fue un trauma”, recuerda. “Mi
vida cambió muchísimo, no pude seguir los estudios en Valencia y pasé a otro
colegio de la ONCE en Alicante. No había intérpretes, no había mediadores,
nada, pero los profesores se volcaron y con sus herramientas y su vocación pude
seguir los cursos hasta octavo”.
“Como la vista nunca supo lo que era, la ceguera no lo ha
llevado tan mal como perder el oído”, apunta su madre, “que le sobrevino ya con
otra edad, se daba más cuenta. Es el palo más grande que le han podido dar”.
La ONCE
“La ONCE me lo ha dado todo”, destaca María Jesús, “desde la
educación en sus colegios a la Fundación de Personas Sordociegas que gestiona
todos los recursos, humanos y técnicos para hacernos la vida más
independiente”.
Tras salir del colegio de Alicante a los 18 años, María
Jesús volvió a Jábaga con su familia. “Mi madre no quería que vendiera
cupones”, dice. Ese tiempo lo aprovechó para seguir leyendo en braille. Incluso
la ONCE le ofreció un trabajo como monitora de braille en la agencia de Cuenca
durante tres años. “Después estuve copiando libros de braille viejo a brille
nuevo, pasé varios años en un piso tutelado en Madrid donde aprendí el uso de
internet”, relata.
El día a día
El día a día actual de María Jesús es acompañar a su madre
en un centro de día de Cuenca donde pasa la mañana y las primeras horas de la
tarde. “La acompaño para no quedarme sola en casa y así estamos juntas aunque
yo allí me aburro”, dice. “Al menos tengo la lectura”. “Se le van a gastar los
dedos de tanto leer”, matiza su madre.
Leer y escribir
A María Jesús le gusta leer sobre todo novela romántica,
teatro. Cuando nos encontramos con ella dice que está leyendo Retrato en sepia
de Isabel Allende.
Además, le gusta escribir. Ha ganado varios concursos de
relatos convocados por el Consejo Territorial de la ONCE en Castilla-La Mancha
y dos veces el Concurso Europeo de Redacción sobre Braille. Y el más reciente:
el segundo premio del VIII Concurso de Relatos cortos de la Asociación de
Hipoacúsicos de Huesca. También tiene publicado el libro Relatos y punto que
editó la Diputación Provincial de Cuenca.
Y le gusta escuchar la radio, “os escuché en el programa especial que hicisteis aquí en Jábaga”, nos dice, y la música, “sobre todo las baladas de Camilo Sesto y de los grupos de mi época como Los Puntos, Los Brincos o Fórmula V”.